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Después de 30 años, un hombre se une a la iglesia en Pennsylvania

El pastor Gabriel Montalvo (en el centro) abraza al alegre Guillermo Ayala en el baptisterio, mientras la esposa de Ayala, Mercedes, lo contempla. El pastor Gabriel Montalvo (en el centro) abraza al alegre Guillermo Ayala en el baptisterio, mientras la esposa de Ayala, Mercedes, lo contempla.

Después de 30 años, un hombre se une a la iglesia en Pennsylvania

Historia por Taashi Rowe

Cuando Ayala salió de El Salvador, su madre, miembro de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, oro por él para que se uniera a la iglesia. Cuando se casó con Mercedes hace alrededor de 30 años, también oró para que entregara su corazón a Dios y se uniera a la iglesia. Pero por 30 años Ayala no quería tener que ver nada con la iglesia. Fue necesario que perdiera su trabajo para que él viniera al Señor. Mientras estaba desempleado por cerca de dos meses, Ayala decidió leer la Biblia por sí mismo. Le pidió a su esposa un manual de estudios bíblicos y estudió la Biblia solo por alrededor de seis horas diarias. Cuando terminó los estudios, asistió a una corta serie de énfasis espiritual en la iglesia Grace Hispanic de Pennsylvania Conference. Cuando el pastor Gabriel Montalvo hizo un llamado, él se puso de pie.

Un mes más tarde, Montalvo condujo bautismos en otra iglesia y Ayala asistió. Cuando Montalvo hizo el llamado, Ayala se puso de pie nuevamente Montalvo entonces hizo la promesa que bautizaría a Ayala a finales de abril. Entonces Rubén Ramos, vicepresidente de los ministerios multilingües de Columbia Union, condujo una serie evangelística por una semana en la iglesia Grace Hispanic. Ayala asistió a todas las reuniones. Cuando Ramos hizo un llamado, Ayala se puso de pie una vez más. Fue el único bautismo de esas reuniones. “Es como si la serie hubiera sido presentada solo para él”, comparte Montalvo. “La iglesia entera estaba tan feliz porque lo conocían desde que había comenzado y sabían que no era persona fácil de alcanzar”.

¡La historia de Ayala se pone aun mejor! Su desempleo solo duró dos meses. Cuando estaba casi por bautizarse, Dios le proveyó un mejor trabajo con mejor pago y mejor horario; y no tendrá que trabajar en sábado. “¡Alabado sea Dios por su oveja perdida que al fin regresó al redil!” dice Montalvo gozosamente.

 

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